miércoles, 4 de abril de 2012

Viviendo en el distrito 11 capítulo 4

Aquí os dejo el día de la cosecha...espero que os guste :)


Capítulo 4
Rue
El día de la cosecha. Yo, con doce años de edad sabía que había poquísimas posibilidades de que saliese mi nombre. Yo quería que saliese mi nombre pero a la vez estaba aterrada al pensar en la posibilidad de morir bajo el régimen del Capitolio. Ese día me desperte en mi raída cama clavando mis oscuros ojos de inmediato en el vestido y los zapatitos que había eredado de mi madre. Era un vestido blanco (aunque casi se había vuelto marrón) con una cinta azul alrededor de la cintura. Y unos zapatitos con un pequeño tacón. Uno de los zapatos estaba roto y al andar con el me tropezaba. Mi madre entró en mi habitación y me mando que me vistiera. Yo lo hice rápidamente aunque con un enorme nudo en la garganta que no se podía desacer ni con toda la saliva del mundo. Mi madre me peinó mi espesa cabellera rudamente con la mano. Yo después de hacer unas cuantas muecas de dolor me levanté y me dirigí a la plazita del pueblo donde los habitantes iban arremolinandose alrededor del alcalde, unos cuantos agentes de la paz y gente que no logro reconocer. Nuluru, un señor del Capitolio robusto y de piel colorada ataviado con un llamativo traje naranja brillante y unas extravagantes gafas verdes comenzó a hablar.

-Estamos aquí reunidos...-empezó a decir altivo y a la vez con aspecto gracioso. Siguió con el pesado discurso que era intragable sobre la nación de Panem, el Capitolio y su honorable presidente Snow y sobre los anuales Juegos del Hambre. Después de un buen rato hablando y hablando con profunda voz de donde a veces salian graciosos gallos que me haciaan sonreir forzosamente entre tanta tensión. Los juegos del hambre...eso significaba muerte segura...no teníamos posibilidad...no podíamos ganar...

-¡Rue!-la voz del fornido hombre del Capitolio me sorprendió sacandome de mis pensamientos. Primero me desconcerte pensando porque ese hombre había pronunciado mi nombre. Luego caí en la cuenta de que yo, yo, Rueiba a morir en la Arena...y yo no quería morir. Me agarré el borde del vestido y tiré para controlarme y no romper a llorar. Gemí y luego sentí los brazos de mi madre empujandome hacia el escenario. Inspeccione los rostros de los habitantes que me miraban algunos con compasión y otros sin expresión alguna. Cerre los ojos y seguí caminando sintiendo como el mundo se había enfadado conmigo. Esperaba que alguien se presentase voluntario. No, no habíoa voluntarios. Subí al escenario y me derrumbé psicológicamente. La mano del hombre se poso en mi hombro.

-Lo siento muchacha.

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